viernes, 3 de agosto de 2007

UNA ESPECIE DE PROMOCIÒN... YA NO QUIERO ESTAR SOLO

Hola, descubrí que no soy poeta, pues no puedo restringir mis palabras a frases minúsculas y expresiones acomodadas que expresen en definitiva mis sentimientos, pues ellos lejos de ser minúsculos tienden a ser infinitos.
Escucho gritos dentro de mi cabeza, gritos desgarradores de auxilio de un garabato de alma que tratan de llegar a mi conciencia; gritos de un alma que reposa enjaulada junto a mis instintos, bajo la custodia de una feroz soledad creada por mi miedo.
Miedo a dejar de ser lo que soy quizá, o simplemente miedo a que mi alma opaque mi conciencia y termine destruido por la falta de afecto. Realmente no lo sé, quisiera saberlo, para curarme y lamer como cual lobo mis heridas, en vez de maquillarlas con arrogancia y magolomanìa.
Quisiera que mi orgullo me dejara gritar al viento que tengo miedo a seguir sòlo, quisiera, lo juro, pero no puedo. Recuerdo al que dijo que su soledad era tan grande que si fueran gentes de seguro las organizaría en sagrada procesión, y me da más miedo aún, porque si mi soledad fueron sueños, no existiría tiempo para soñarlos; si fuera alcohol no habría tanto motivo para apurarlo y si fuera estrellas no habría cielo para ponerlas.
Mi soledad no es nada mas que algo infinitamente pequeño e infinitamente puesto allí, sin tiempo, pero amarga y pesada; una soledad tan compleja que no veo su cura en los ojos de nadie, pero a la vez tan sencilla que se aliviaría con cualquier sutil manifestación de infinita humanidad que puede representar el mas chico de tus besos, el camuflaje de inocencia en tu mirada, o el brillo de tu mas pequeña sonrisa. Soledad tan extensa que solo la noche casi logra cobijarla y a la vez tan minúscula que se opaca con solo ver tus ojos. Así es la soledad que me dejó el luto y tu eterno e inocente desprecio.
Admito ser cobarde en la medida en que mis anhelos de amante se convierten en solo ilusiones sin fundamento, como si fuera ese niño que quiere construir su casa del árbol, y no tiene árbol donde ponerla. Admito ser cobarde al ver que mi alma retoza con el constante reflejo de tu recuerdo, y que solo es capaz de escupir palabras pero no moldear hechos, esa es, sin duda mi cobarde realidad.
Una realidad triste y fría que quiero extinguir con el fuego de tus labios y el calor de tu abrazo; realidad tan escandalosa que quisiera callar con la melodía de tu voz, y tan oscura que anularla con la luz de tu mirada sería, sin duda, la única salida de ésta, mi alma cautiva, mi alma secuestrada por mis ideas, mi alma que llora, mi alma solitaria.

1 comentario:

Romina dijo...

deberías escribir mas seguido, me gusta la manera de plasmar en ti, hablas de q no puedes poner en poesia lo q sientes pero creo q lo has hecho maravillosamente aqui...